miércoles, 13 de marzo de 2013

Razones para el optimismo




Por Andrés Mayo
Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.
Winston Churchill


Este mes, con la llegada de la primavera reiniciamos el ciclo de la naturaleza, momento ideal para replantear nuestras metas y propósitos. Es la oportunidad de mirar la vida con optimismo, la misma naturaleza nos muestra que tras un período de aridez y frío existe la oportunidad de renovación, de vida nueva.

Algunas personas pueden llegar a pensar que el párrafo anterior está cargado de un optimismo desbordado, también pueden creen que ser optimista significa vivir en una ilusión. Yo mismo, en otro tiempo, presumía de mi actitud pesimista “porque así las decepciones duelen menos”, al paso de los años descubrí que también me cerraba a las infinitas posibilidades que se me presentaban. Esto no significa que me ponga lentes con cristales color de rosa y me niegue a ver el mundo en toda la gama de colores que lo integran, sino al contrario, en calma me permito ver la realidad en su justa medida, sin dejarme arrastrar por lo negativo.

El optimismo (del latín optimum, que significa lo mejor) es una herramienta necesaria para la vida porque nos impide caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente las adversidades, quienes piensan en positivo son capaces de actuar a contracorriente del desánimo y nadar en aguas revueltas para encontrar soluciones.

Podrán entonces preguntarme por qué y para qué sirve adoptar esta perspectiva optimista, van aquí algunos argumentos.

Mantener una actitud positiva nos permite mantenernos sanos, así lo concluye un estudio realizado en la Universidad de Ohio (EE UU), cuyas estadísticas revelaban que las personas optimistas viven en promedio 7,5 años más que los pesimistas y que están menos expuestas a las enfermedades que las personas negativas. La explicación es sencilla: los pensamientos negativos disparan mecanismos defensivos en el organismo en forma de hormonas tóxicas como el cortisol, necesario para el cuerpo, pero que en exceso lo desequilibra. Por el contrario, cuando nos sentimos bien, cuando estamos felices, las endorfinas se encargan equilibrar nuestro organismo. Lo que nos predispone para hacer más cosas, obtener más y mejores resultados que de nuevo nos ayudan a sentirnos mejor. Es un círculo de retroalimentación positiva. Porque al final, las cosas son como son sin importar que las vivamos serenos o perturbados.

El optimismo también nos permite lograr el éxito. Quien proyecta sus sueños desde el realismo se garantiza una feliz travesía hacia el éxito. Para ello es necesario que hagamos previamente un poco de autoanálisis. Tan importante es clarificar cuáles son nuestros objetivos como conocer los recursos personales que tenemos para alcanzarlos.

Todo muy bien, me dirán algunos, pero no es fácil cuando al mirar nuestro entorno no encontramos razones para lograr y mantener esta actitud. Luigi Anolli, profesor de psicología cultural en la Universidad de Milán, afirma que: "La esperanza significa, ante todo, pensar que las personas son responsables y protagonistas de sus actos, por lo que se comprometen activamente a alcanzar los fines deseados. En segundo lugar, la esperanza nos ayuda a detectar, analizar y valorar las posibilidades y los medios que tenemos a nuestra disposición para alcanzar nuestros objetivos".



Aquí unas recomendaciones para conseguir los beneficios del optimismo:

- Reconocer que nada es permanente. Cuando la gente optimista se encuentra con problemas no cree que estos sean permanentes, ve en ellos una situación pasajera, que se puede resolver. Eso le hace activar un mecanismo de acción para salir de esa situación en lugar de quedarse paralizada.

- Compartimentar nuestra vida. Aunque un problema pueda ser grande, la persona optimista no deja que afecte a otras áreas de su vida. Me gusta pensar que nuestra vida es como los compartimentos de aire bajo la cubierta de un barco, cada uno se encuentra separado del otro, pero juntos logran mantener a flote la embarcación. Aunque es imposible que cuando nos ocurre algo en un área de nuestra vida no tenga una cierta repercusión en otras, cuanto más seamos capaces de mantener esos compartimentos separados, más pronto resolveremos el problema sin hundirnos.

- No personalizar. Cuando surge un problema, la persona optimista no lo atribuye a una característica de su identidad inamovible, sino que cree que tiene que ver con comportamientos o habilidades que se pueden mejorar. No es lo mismo pensar que soy impuntual por naturaleza que pensar que no he puesto la suficiente atención o interés en aprender a organizarme el tiempo.

Mantener el optimismo, al igual que la esperanza, significa tener una fuerte expectativa de que, en general las cosas irán bien a pesar de los contratiempos y de las frustraciones. Es la idea del ser humano de siempre tener lo mejor y conseguirlo, a pesar de lo difícil de algunas situaciones siempre encontrar el lado bueno y obtener los mejores resultados, lo que me recuerda las palabras de Samuel Smiles: “La vida tiene su lado sombrío y su lado brillante; de nosotros depende elegir el que más nos plazca”. 

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Andrés Mayo es instructor de meditación Mindfulness y de escritura creativa. Coordina el Programa de reducción de estrés basado en Mindfulness de Yolotl, además dirige el Laboratorio de escritura creativa Instrucciones para volar. Está convencido que el camino de la meditación en la ruta más sana de lograr el equilibro en nuestras vidas. Para entrar en contacto con él y pedir más informes sobre el Programa de reducción de estrés o el Laboratorio de escritura creativa, puedes visitar su sitio web: www.reconectayolotl.com

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