Por Andrés Mayo
Un optimista ve una
oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda
oportunidad.
Winston
Churchill
Este mes, con la llegada de la primavera reiniciamos el ciclo de la
naturaleza, momento ideal para replantear nuestras metas y propósitos. Es la
oportunidad de mirar la vida con optimismo, la misma naturaleza nos muestra que
tras un período de aridez y frío existe la oportunidad de renovación, de vida
nueva.
Algunas personas pueden llegar a pensar que el párrafo anterior está
cargado de un optimismo desbordado, también pueden creen que ser optimista
significa vivir en una ilusión. Yo mismo, en otro tiempo, presumía de mi
actitud pesimista “porque así las decepciones duelen menos”, al paso de los
años descubrí que también me cerraba a las infinitas posibilidades que se me
presentaban. Esto no significa que me ponga lentes con cristales color de rosa
y me niegue a ver el mundo en toda la gama de colores que lo integran, sino al
contrario, en calma me permito ver la realidad en su justa medida, sin dejarme
arrastrar por lo negativo.
El
optimismo (del latín optimum, que significa lo
mejor) es una herramienta
necesaria para la vida porque nos impide caer en la apatía, la desesperación o
la depresión frente las adversidades, quienes piensan en positivo son capaces
de actuar a contracorriente del desánimo y nadar en aguas revueltas para
encontrar soluciones.
Podrán entonces preguntarme por qué y para qué sirve adoptar esta
perspectiva optimista, van aquí algunos argumentos.
Mantener
una actitud positiva nos permite mantenernos sanos, así lo concluye un estudio
realizado en la Universidad de Ohio (EE UU), cuyas estadísticas revelaban que
las personas optimistas viven en promedio 7,5 años más que los pesimistas y que
están menos expuestas a las enfermedades que las personas negativas. La
explicación es sencilla: los pensamientos negativos disparan mecanismos
defensivos en el organismo en forma de hormonas tóxicas como el cortisol,
necesario para el cuerpo, pero que en exceso lo desequilibra. Por el contrario, cuando nos sentimos bien, cuando
estamos felices, las endorfinas se encargan equilibrar nuestro organismo. Lo
que nos predispone para hacer más cosas, obtener más y mejores resultados
que de nuevo nos ayudan a sentirnos mejor. Es un círculo de retroalimentación
positiva. Porque al final, las cosas son como son sin importar que las vivamos
serenos o perturbados.
El optimismo también nos permite lograr el éxito. Quien proyecta sus sueños desde el realismo se
garantiza una feliz travesía hacia el éxito. Para ello es necesario que hagamos
previamente un poco de autoanálisis. Tan importante es clarificar cuáles son
nuestros objetivos como conocer los recursos personales que tenemos para
alcanzarlos.
Todo
muy bien, me dirán algunos, pero no es fácil cuando al mirar nuestro entorno no encontramos razones para lograr y
mantener esta actitud. Luigi Anolli, profesor
de psicología cultural en la Universidad de Milán, afirma que: "La esperanza
significa, ante todo, pensar que las personas son responsables y protagonistas
de sus actos, por lo que se comprometen activamente a alcanzar los fines
deseados. En segundo lugar, la esperanza nos ayuda a detectar, analizar y
valorar las posibilidades y los medios que tenemos a nuestra disposición para
alcanzar nuestros objetivos".
Aquí
unas recomendaciones para conseguir los beneficios del optimismo:
- Reconocer que nada es permanente. Cuando
la gente optimista se encuentra con problemas no cree que estos sean
permanentes, ve en ellos una situación pasajera, que se puede resolver. Eso le
hace activar un mecanismo de acción para salir de esa situación en lugar de quedarse
paralizada.
- Compartimentar nuestra vida. Aunque
un problema pueda ser grande, la persona optimista no deja que afecte a otras
áreas de su vida. Me gusta pensar que nuestra vida es como los compartimentos de
aire bajo la cubierta de un barco, cada uno se encuentra separado del otro,
pero juntos logran mantener a flote la embarcación. Aunque es imposible que
cuando nos ocurre algo en un área de nuestra vida no tenga una cierta
repercusión en otras, cuanto más seamos capaces de mantener esos compartimentos
separados, más pronto resolveremos el problema sin hundirnos.
- No personalizar. Cuando surge un
problema, la persona optimista no lo atribuye a una característica de su
identidad inamovible, sino que cree que tiene que ver con comportamientos o
habilidades que se pueden mejorar. No es lo mismo pensar que soy impuntual por
naturaleza que pensar que no he puesto la suficiente atención o interés en
aprender a organizarme el tiempo.
Mantener
el optimismo, al igual que la
esperanza, significa tener una fuerte expectativa de que, en general las cosas
irán bien a pesar de los contratiempos y de las frustraciones. Es la idea del
ser humano de siempre tener lo mejor y conseguirlo, a pesar de lo difícil de
algunas situaciones siempre encontrar el lado bueno y obtener los mejores
resultados, lo que me recuerda las palabras de Samuel Smiles: “La vida tiene su
lado sombrío y su lado brillante; de nosotros depende elegir el que más nos
plazca”.
---
Andrés Mayo es
instructor de meditación Mindfulness y de escritura creativa. Coordina el
Programa de reducción de estrés basado en Mindfulness de Yolotl, además dirige el Laboratorio de escritura creativa Instrucciones para volar. Está
convencido que el camino de la meditación en la ruta más sana de lograr el
equilibro en nuestras vidas. Para entrar en contacto con él y pedir más
informes sobre el Programa de reducción de estrés o el Laboratorio de escritura
creativa, puedes visitar su sitio web: www.reconectayolotl.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario